IA en la Veterinaria de Pequeños Animales: del presente al futuro
El impacto de la inteligencia artificial (IA) en la medicina veterinaria es ya una realidad tangible, y su desarrollo anuncia un futuro cercano en el que esta tecnología transformará profundamente la forma en que trabajamos. En la clínica de pequeños animales, la IA no es una promesa abstracta, sino una herramienta cada vez más integrada en nuestro trabajo diario.
En la actualidad, una de las aplicaciones más consolidadas de la IA es la interpretación automatizada de imágenes médicas. Algoritmos de aprendizaje son capaces de identificar patrones radiográficos compatibles con patologías como la cardiomegalia, la consolidación pulmonar o las alteraciones articulares degenerativas, con sensibilidades y especificidades comparables —e incluso superiores— a las de un clínico generalista.
Varias plataformas han irrumpido ya en el mercado ofreciendo interpretaciones radiográficas asistidas por IA, con una rapidez y consistencia que optimizan la toma de decisiones, especialmente en entornos clínicos con limitaciones de tiempo o experiencia especializada.
Otra área en expansión es la citología asistida por IA. Los sistemas actuales pueden identificar tipos celulares en muestras citológicas con un nivel de precisión que, aunque no sustituye al patólogo, sí ofrece una primera aproximación diagnóstica rápida y objetiva. Se están desarrollando modelos capaces de diferenciar entre procesos inflamatorios, infecciosos y neoplásicos, e incluso de predecir el tipo histológico de ciertos tumores, lo que agilizaría el proceso diagnóstico en clínicas sin acceso inmediato a un laboratorio externo.
Más allá del diagnóstico, la IA está entrando también en el terreno de la monitorización clínica. En hospitales veterinarios y de medicina humana con sistemas avanzados de monitorización anestésica o UCI, ya se están implementando algoritmos que podrían analizar en tiempo real la frecuencia cardíaca, presión arterial o capnografía, alertando al personal ante patrones que preceden a una descompensación hemodinámica o a una parada cardiopulmonar. Esta “IA vigilante” podría ser un aliado indispensable en la medicina intensiva.
En paralelo, la IA también está irrumpiendo con fuerza en la investigación clínica veterinaria. Herramientas como ChatGPT, Elicit o Scite están revolucionando el proceso de búsqueda bibliográfica, generación de hipótesis, diseño de estudios y redacción de artículos. Estas aplicaciones pueden sugerir diseños metodológicos adecuados para estudios clínicos, identificar variables relevantes a partir de grandes bases de datos e incluso predecir el tamaño muestral necesario para alcanzar significación estadística. Algunas plataformas ya integran módulos de análisis estadístico automatizado, capaces de seleccionar la prueba adecuada según los datos y ofrecer una interpretación crítica de los resultados.
En este contexto, el papel del veterinario clínico no desaparecerá, pero sí cambiará profundamente. En lugar de competir con la IA, el profesional deberá aprender a convivir y a colaborar con ella. La inteligencia artificial no sustituirá el juicio clínico, la empatía con el cliente, la interpretación contextual del paciente ni la toma de decisiones éticas, pero sí podrá liberar tiempo para centrarnos en lo que aporta valor humano: la comunicación, el razonamiento y la personalización de los tratamientos.
El veterinario del futuro será un profesional tecnológicamente competente, que validará e interpretará las recomendaciones de sistemas de IA, capaz de detectar errores o sesgos algorítmicos, y de integrar esa información en un contexto clínico más amplio. Además, tendrá que participar en el desarrollo y validación de estas herramientas.
No obstante, este futuro también plantea desafíos. La fiabilidad de los algoritmos, la transparencia en la toma de decisiones automatizada, la protección de los datos clínicos y la formación ética y científica de los profesionales serán aspectos clave que deben abordarse desde ahora. Es esencial que los veterinarios clínicos e investigadores participen activamente en el debate sobre el desarrollo regulatorio de la IA, para evitar que esta tecnología evolucione al margen de nuestras necesidades reales.
En definitiva, la inteligencia artificial representa una herramienta de transformación radical en la veterinaria. Utilizada con criterio puede mejorar los resultados clínicos, reducir errores, optimizar recursos y facilitar una medicina más personalizada, basada en datos y evidencia.
Estamos al inicio de una nueva era en la que el veterinario y la inteligencia artificial caminarán juntos como aliados. Nuestra tarea, como profesión, es asegurarnos de que esa alianza esté guiada por el rigor científico, la responsabilidad ética y, sobre todo, el compromiso con el bienestar animal.
Y tú, ¿qué opinas?
Mª Pilar Lafuente Baigorri
Directora de la Revista Clínica Veterinaria de Pequeños Animales
Food for thoughts: Este texto y reflexión fueron redactados por modelos de lenguaje de inteligencia artificial (ChatGPT), y posteriormente revisados y validados por la autora. ¿Habrías detectado que esta reflexión no ha sido escrita por un veterinario? El uso de estas herramientas forma parte de la propia reflexión del editorial sobre el papel que la IA puede tener en nuestro trabajo diario como veterinarios.