Revista Oficial de AVEPA

Clínica Veterinaria de Pequeños Animales - Revista Oficial de AVEPA

El veterinario clínico científico: Por qué y cómo escribir ciencia en medicina veterinaria

En los últimos años la proliferación de revistas de acceso libre ha supuesto una revolución en la forma en la que los veterinarios acceden a nuevas fuentes de información. Previamente, las revistas de alto prestigio solo estaban al alcance de unos pocos por el alto coste de acceso. Sin embargo, desde principios de este siglo el acceso 'online’ a estas publicaciones ha permitido abaratar costes y que asociaciones como AVEPA puedan facilitar el acceso a sus socios a las principales publicaciones de ámbito clínico, algunas especializadas.

Generalmente los autores de las publicaciones de estas revistas son investigadores y clínicos vinculados al ámbito académico, y no es frecuente que entre ellos se encuentren veterinarios de centros clínicos no universitarios. Una excepción lo constituyen aquellos veterinarios especialistas (diplomados de Colleges europeos o americanos de especialidades veterinarias) que no solo tienen una sólida formación, experiencia y motivación en esta tarea, sino que además son considerados como los líderes en el avance de la ciencia en las diferentes especialidades.

Sin dudar del hecho de la mejor disposición de los veterinarios especialistas o académicos para generar nuevo conocimiento científico, ello no implica que no puedan ser otros veterinarios clínicos quienes también lo generen. Gran parte de la evidencia científica, y de mayor valor práctico, se produce en el ámbito clínico, es decir, con pacientes; lo que implica que existiría una gran base profesional de veterinarios clínicos que, debidamente formados y motivados, podrían aportar una evidencia científica sólida que redundase en la mejora de la práctica clínica veterinaria.

Sin duda la formación científica resulta imprescindible para que un veterinario se convierta además en científico, y le permita confirmar las ventajas de nuevas propuestas clínicas, diagnósticas o terapéuticas. En su defecto, es posible que no se emplee un método fiable para confirmar, o no, que la nueva propuesta clínica es la mejor. Esto es lo que resuelve el método científico, es decir, contrastar una mejora frente al planteamiento convencional de modo fiable.

El método científico plantea diferentes opciones para proporcionar nueva evidencia científica y va desde la descripción de casos clínicos, hasta la realización de un estudio clínico riguroso (también denominado Ensayo Clínico) que permite valorar no solo una mejora, sino también su alcance o impacto. En el ámbito clínico veterinario es habitual la aportación de conocimiento científico a través de casos o series de casos, pero estos estudios son los que proporcionan el nivel más bajo de evidencia científica. Ello implica que el veterinario debería dar el salto necesario para realizar estudios más complejos, pero sobre todo de mejor calidad o grado de evidencia científica.

Además de una formación en diseño experimental, que puede ser promovido por asociaciones como AVEPA, también debe considerarse el criterio ético, que valora si un estudio es éticamente aceptable tal y como está diseñado. Ello se realiza a través de un comité de ética, independiente, que evita posibles conflictos de interés de los clínicos investigadores o las empresas financiadoras, así como situaciones evitables de posible maltrato animal o tratamientos innecesarios. De hecho, las principales publicaciones científicas exigen un documento de aprobación del estudio.

Una vez establecidos los requisitos para generar nueva evidencia científica, el siguiente paso es darlo a conocer. Ahora resulta más fácil que nunca hacerlo dada la proliferación de medios disponibles, muchos de ellos gratuitos y ‘online’. Cuando hablamos de publicaciones científicas, el problema se genera cuando existen publicaciones donde la revisión ha sido pobre o inexistente, se busca la inmediatez y rapidez en la realización de estudios y obtención de resultados, o existe una ética cuestionable por parte de sus autores, lo cual puede facilitar la diseminación de información científica poco contrastada, de mala calidad o directamente falsa. De este modo el plagio, la fabricación de datos, o la interpretación intencionada en un sentido u otro de los resultados experimentales, puede favorecer que se llegue a conclusiones erróneas con consecuencias perniciosas para los pacientes y para la comunidad médica y científica. Por ello, resulta primordial no solo un análisis y selección crítica de las publicaciones en función de su rigor a la hora de aceptar trabajos, sino como científicos y autores, disponer además de un planteamiento ético exquisito en la aplicación de los principios básicos del método científico. De nuevo, una buena formación científica nos permitirá no solo disponer de criterio a la hora de valorar una nueva fuente de información científica, sino también realizar estudios clínicos rigurosos, de calidad y éticamente aceptables.

 

Ignacio Álvarez Gómez de Segura

Facultad de Veterinaria - Universidad Complutense de Madrid

Avda. Puerta de Hierro.  28040 - Madrid